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2 de febrero de 2015

Las palabras perdidas - Jesús Díaz

Autor: Jesús Díaz
Editorial: Fondo de Cultura Económica
Páginas: 307

Una aventura intelectual y existencial es la que emprenden cuatro jóvenes escritores cubanos para editar un suplemento literario. El debate se entremezcla con los avatares cotidianos: liar un cigarro con restos de colillas viejas y nutrir de magia cada verso; conseguir un bolígrafo y dar con el objetivo preciso; pasar la noche en la fila de la librería y sortear las goteras del techo; alcanzar el equilibrio con una sola ración de vino. Guiados por los grandes maestros; Lezama Lima, Carpentier, Guillén Eliseo Diego y Virgilio Piñera, armados de humor; frescura y amor por el lenguaje, el Flaco, el Rojo, Una y el Gordo, cual mosqueteros de las letras, arremeten contra la mediocridad dispuestos a morir por las palabras. Con la última pieza del rompecabezas en la mano, la identidad del delator, el Flaco da cuenta esa epopeya brillante. El resultado es una prosa ágil y erudita con la profundidad del ensayo y la tensión narrativa de la novela.


El Rojo se encontraba solo en la fila para entrar a una librería el día de una gran venta así que mintió cuando dijo que con él iba un acompañante, no iba para comprar libros ya que no tenía dinero y el prefería robarlos; pero por fortuna se encontró ahí al Flaco, a quien le cedió el primer puesto para pagarle un favor literario.

Al momento de abrir la librería se armó un tumulto en la entrada, ya dentro, el Flaco que llevaba dos mochilas, las llenó de volúmenes con ayuda del Rojo después de varias batallas libradas con los demás bibliófagos y se dispuso a pagar en la caja ya que casi todo su sueldo de maestro lo desquitaba en libros. De ahí se fueron a casa del Flaco con el botín.

En un solar muy pobre el Flaco vivía con su madre, en un cuarto pequeño que aparentaba serlo aún más desde afuera; al entrar el Rojo se maravilló ante el espectáculo que representaba tal cantidad de libros en libreros improvisados en las paredes, sobre los muebles y en cajas por toda la habitación.

A la mitad de la comida el Flaco le propuso al Rojo dejar su periódico escolar y publicar un suplemento que tuviese un impacto en la cultura, algo grande. El Rojo sabiendo que eso era un sueño por las dificultades que implicaba lo dudó por un momento, pero después de la insistencia y motivación revolucionaria del Flaco, aceptó.

En esta aventura los acompañan el Gordo y Una, durante la escritura del contenido van entrevistando a los grandes de la literatura cubana y ofreciéndoles epitafios adelantados de su propia autoría, se comparten los cuentos y poesías que van desarrollando de manera indivudual y se realizan las respectivas revisiones y correcciones a modo de ensayos e incluso llegan a participar en el torneo de "la peśima poesía de la lengua española" con el razonamiento de que es igual de difícil lograr lo peor que conseguir lo mejor.

El Flaco pretendía escribir una novela total que reinventara el género, que incluyera todos los géneros literarios: poesía, cuento, periodismo, ensayo... Sueño que se cumple con Las Palabras Perdidas, narrando su propia aventura literaria, ocupando un título del Rojo.

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